27.2.07

Como una mariposa del último atardecer


Como una mariposa del último atardecer,
como una pestaña entrecerrada.
Cada dragón de la ciudad
encendió en el aire papeles de colores,
prolijos colibríes sin lecho,
capítulos de un sentimiento enfermo.
Tronó el horizonte
y alcancé a ver el terrible arco iris
de cemento y luz.
Soy esa gente que visita lo evidente,
que trama la furia de los tristes,
como solución, como amenaza, como estética.
Soy el cuerpo desnudo
de una revolución que no veré.

19.2.07

Sucedió


Sucedió.
Hoy te olvidé:
rodeé los altos muros de mi fantasía,
el doloroso rumor del recuerdo,
la maleza de mi desierto
y minuciosamente te exculpé
de mi alma.
Hoy luna y viento
labran un cuenco vacío,
la infancia de otro muelle.
Te abandoné a tu opio,
salté el jardín sutil,
las graves avispas,
las ideas de cartón.
Hoy ahorqué tu imagen
con la primera persona de la luz negra.
Estabas oculta en tu equipaje sombrío,
ínfima en un sorbo de verano artificial.
Hoy te olvidé.
Al entrar en las aguas sucias de la soledad,
pude respirar, mirarme como un hombre.
Bajé a mi sótano a traer leña,
abrí las ventanas
y te dejé salir:
fuiste mosca, peral, mariposa,
telaraña, pájaro, agua que corre,
guitarra que suena lejos.
En esta mañana no quiero nada,
cierro los ojos como quien sueña,
miro hacia donde estabas
y veo los huesos rotos del silencio.
Me río de mí
como si estuviera feliz.
El olvido no para de doler.

18.2.07

Todas las estrellas de tu ropero


Te apuesto todas las estrellas de tu ropero,
mi colección favorita de momentos oscuros,
la melodía azul de tu encantamiento,
la niña rubia que fuiste en otras pupilas,
todos los segundos que te he soñado acostada, aquí, larguísima,
los grandes animales de mi deseo sueltos por tu lecho,
el ala confusa de tus capítulos abandonados,
los días bellos y vanos y los verdaderos,
el azúcar bermejo de tu vientre acantonado,
la memoria que inventé,
el tiempo redondo que se aleja despeinado,
el alabastro de tu pose cenicienta,
el sol de tu lencería degustando tu piel,
tus violetas rosadas transpiradas en mis dedos,
el disco luminoso de tu teta izquierda,
las noches en las que yo dormía en paz,
el color de tus astros sexuales,
el recuerdo de la primera vez que me detuve a mirarte.
Te apuesto el último pétalo de tu margarita,
tu sonrisa en mi cama deshecha,
los poemas más negros con tu rostro,
tus labios bajando por el llano de mi ombligo,
el tornasol entre el hecho y la actualidad,
la sodomía y el relámpago,
tu nombre en la pared de mi celda,
todo esto le apuesto a tus labios.
Mis castillos de arena, mis tigres de papel.
Los dedos que le faltan a tu mano,
las agridulces fallas del sistema,
los días que no, las noches que sí.
El que pierde paga el incendio.

11.2.07

Una máscara


Una máscara
cae como un resplandor.
De súbito estalla octubre,
pimpollo rosado de una noche descarnada,
medianoche
en las monedas silvestres
de mi blanca inocencia.
Antifaz
que se abre como un trabalenguas.
El cielo obnubilado,
la luna
con las piernas entreabiertas,
las calles violetas de la tarde.
Floto,
a través de la teoría,
en la habitación inmensa.
Soy mi propio altar,
el jazmín decepcionado
de un hombre cayendo.
Unos ojos viejos y larguísimos
de hombre atardecido.
Careta incendiada
de las horas descuidadas.
Lágrima
que mira sobre los bosques
el vestido blanco
de la verdadera historia.
Rosa perdida
en el ángulo fantasma
del espejismo.

Me parece que



Soy un estado de ánimo en guerra,
el mártir de una soledad muda,
la naturaleza febril de la pasión,
la roja fragilidad de lo poético.
Soy Kafka y Van Gogh,
la revolución tardía de lo bello,
una filosofía surrealista,
la historia de un niño sin respuestas.
Soy un hombre a través de su voz,
el autor de una realidad sin literatura,
el esplendor de la sombra,
los horribles dolores de una arquitectura
apoyada en su propio pecho.
Soy feudal y profundo al soñar,
inspirado para hallar arte
en lo visualmente inconveniente,
una bestia gregoriana
retratando el sonido de la enfermedad.
Soy doctor en letras perdidas,
casi un prócer de la nostalgia,
el brillo obligado de toda explosión,
prodigioso film ardiendo en subjuntivo.
Soy un corazón apenas en camino,
la trama de una vida
en la que vos ya no estás.

8.2.07

Me duele



Me duele
el salvaje reptil
de tu risa
que ha incendiado
la tristeza
con ojos y dientes
iridiscentemente femeninos.
Me condenás.
Me salvás.
A mí.
¿El mundo?
El mundo no tiene salvación.

6.2.07

Tus palabras



Tus palabras
se escribieron con carbónico
en el estómago de la muchacha.

Se le nublaron
las ajadas esperanzas
en el trópico de mármol.

El sabor
picante del límite ardió
en los ojos de la incredulidad.

Lágrimas
de amor, huella en el barro
gris de su página medular.

Ella no merecía
la infantería de la desilusión,
el bombardeo de la traición.

Te quedaste
mirando tu figura cobarde
en el último agujero de la ciénaga.

Eras para ella
la vida entera, tango y rock
en el idioma de la pasión.

Escribiste
en la pared de tu refugio
su nombre que era parte de tu nombre.

Tu espejo
te perdió el respeto,
ensució el lente de tu contacto.

Descolgaste el teléfono.
Cerraste los ojos.
Caminaste en la oscuridad.

Corrieron los días.
La vida te encontró culpable
sin atenuantes.

Tu forma
encontró su fondo.
El pozo ciego de tu soledad.