
Adormilada la hiedra,
taller mágico
de la percepción inútil.
He creído
en la gramática del riesgo.
Mis sueños han sido
abonados con cenizas
de la humanidad.
Tengo en la mano
la flor más negra
de los atardeceres.
He sido un niño
en el camarín de la virtud.
Era feliz
con el cuento de hadas
en el país de la tortura.
Abandoné ciertos deseos
para salvarme del fuego gris.
¿Debo partir?
Así es mejor,
yo me despido.
Dejaré mis juegos,
la casa, la mañana,
el amor expuesto,
la verdad encontrada,
las cosas que quiero,
la flecha de la primera vez.
¿Irme del mundo?
¿decir palabras
sabiendo que no puedo volver?
Sumarme a la gente que se fue.
¿debo romper el link
con mis amigos?
Debo emigrar,
vivir y sentir como huella.
Loca idea
que hace conmigo un nudo.
A veces, saber te hace hombre.
A veces, saber te hace niño.
Soy ese territorio desconocido,
la noche que no me deja creer.
Tengo las paredes,
la mano,
el sexo…
Cruzaré contento las ruinas de mí.
Cualquier lugar
puede colaborar
con la tierra que me tape.
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